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La activista colombiana Ana María Lozano, del colectivo Ansur, estuvo en Paraguay el pasado mes de octubre para dictar unos talleres en el Serpaj-Py sobre seguridad para defensores y defensoras de derechos humanos que enfrentan riesgos y amenazas en su labor. En su país trabaja en el apoyo sicosocial y protección a víctimas del conflicto armado así como en el acompañamiento en procesos de búsqueda de verdad, justicia y reparación.

En esta entrevista conversamos sobre el proceso de paz en Colombia y la sorpresiva victoria del No en el referendo, que sometió a voto popular los acuerdos de La Habana firmados entre el Gobierno y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Lozano sostiene que la campaña por el No se impuso a base de mentiras y apelando a cuestiones sensibles para la sociedad como la familia o el matrimonio gay. Sin embargo, reconoce que una de las fallas fue la falta de socialización y participación adecuada en el acuerdo de paz, por lo que la mayoría de la población se mantuvo al margen o desconocía los términos del acuerdo.

–¿Cuáles fueron los factores que incidieron en el triunfo del No en el referendo?

–Un factor fuerte fue la abstención. La mayoría de la gente no vio la importancia que tenía esta votación. También hubo una campaña por el No que utilizó muchas mentiras, tocando temas sensibles para la gente. Que los acuerdos iban a romper la familia, que había ideología de género en los acuerdos, que iban a obligarnos a ser homosexuales, que se le iba a entregar dinero a las FARC y que no era justo que se les entregue recursos a personas que asesinaban. Bueno, es cierto que se contemplaba un fondo para que los guerrilleros desmovilizados puedan mantenerse por un tiempo.

Entre estos que hicieron campaña por el No se encontraban iglesias, el expresidente y senador Álvaro Uribe, utilizaron argumentos falsos y creo que tampoco hubo el tiempo suficiente para que la gente conociera los acuerdos.

–¿Le parece correcto haber sometido a los vaivenes electorales un tema tan crucial e histórico como la resolución de esta guerra que ya lleva más de 50 años?

–Yo pienso que no se debió haber puesto en juego en una votación algo como la paz, que es un derecho constitucional. Algunos juristas han opinado que este tipo de derechos, que son fundamentales, no tienen por qué pasar por un voto popular. No se puede pasar por voto ni la paz, ni el derecho a la vida ni el derecho a la dignidad humana, que son derechos ganados. Esto ahora nos tiene en una situación muy complicada en el país y que ya corría el riesgo de que el tradicional abstencionismo juegue en contra, además de la acción de los poderes fácticos regionales. Es la primera vez que estamos tan cerca de un acuerdo con una guerrilla tan grande como las FARC y quedamos al borde de que todo se pierda.

–¿Cómo se está trabajando actualmente para intentar salvar el arduo proceso de negociaciones?

–Después del No se están dando unas grandes movilizaciones en Bogotá y otras ciudades del país en exigencia de la paz y que los acuerdos avancen. Hay asambleas de la paz. Ahora se está haciendo la pedagogía que no se hizo antes. Creo que incluso hay gente que votó por el No pero que ahora se sumó al movimiento por la paz cayendo en la cuenta de lo que podría suceder si no se implementan los acuerdos que ya están firmados.

–¿Y a nivel oficial entre las partes qué estrategias se están implementando?

–Y desde el Estado se han escuchado las propuestas de las diferentes voces del No y ya se iniciaron las reconversaciones con las FARC, se empezó a solucionar el tema de la presencia de las Naciones Unidas en el país, que tienen un papel fundamental para la verificación, se extendió el cese bilateral del fuego hasta el 31 de diciembre. Declararon que siguen comprometidos con los acuerdos, pero aún no se sabe cómo, pues los acuerdos estaban pegados al plebiscito. Han hablado de cabildos abiertos o de implementar el acuerdo a través del Congreso.

–¿Qué aprendizajes quedan para las conversaciones que se inician con el Ejército de Liberación Nacional (ELN)?

–Como ya había dicho, esto de si derechos fundamentales y supremos se pueden plebiscitar. También la participación de más gente y más tiempo en los diálogos. Muchos se metieron tarde o no creyeron que esto podía tener un alcance significativo. Hay que tener una mayor comprensión del significado histórico de la paz para Colombia y para la región en general.

–¿Qué rol habría cumplido el narcotráfico en este proceso. ¿Le conviene la guerra o la paz?

–La guerra les conviene porque se cubren. En los acuerdos hay un punto que tiene que ver con la erradicación de los cultivos ilícitos y construir una estrategia que realmente permita avanzar en el combate al narcotráfico. De esta manera creería que no les conviene los acuerdos si realmente existe el compromiso de que esto deje de ser una fuente de financiación de las estructuras paramilitares, por ejemplo, que deje de jugar un rol en la narcopolítica. Además una guerra justifica represión y acciones contra gente que lucha por derechos. También se planteaba luchar contra el tema de las drogas de maneras distintas como la sustitución de cultivos porque se ha comprobado que las fumigaciones no han disminuido la producción. Yo pienso que todo esto no le convendría al narcotráfico.