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El pasado 3 de octubre se realizó en Paraguay el III seminario “Mecanismos de protección de defensores y defensoras de derechos humanos”, con la participación de referentes locales y de Colombia, México, Guatemala, Honduras y de instituciones que trabajan el tema en le región.

Uno de los panelistas fue Mario Hurtado, referente de Propuesta Cívica de México, el segundo país más peligroso del mundo para la labor de defender derechos y ejercer el periodismo.

En los últimos cinco años fueron asesinados más de 140 defensores de derechos humanos y más de 45 periodistas, la mitad de esas agresiones provino de funcionarios públicos, contextualizó.

Dijo que la violencia está relacionada a conflictos por el control de territorio que ejercen proyectos minero-energéticos sobre territorios y comunidades indígenas y campesinas, como también a periodistas que documentan la corrupción entre el narco y funcionarios públicos o desvíos de fondos públicos.

Junto con otras organizaciones, como la Red TDT y Propuesta Cívica, vienen planteando diversas acciones, entre ellas una propuesta de ley general de protección a personas defensoras y periodistas, “que puedan solventar muchas de las deficiencias de la ley federal y del mecanismo actual de protección, lo que puede representar un avance para el ejercicio de defender derechos humanos y para el ejercicio del periodismo”, dijo.

Otra de las iniciativas auspiciosas en México viene siendo el Espacio OSC, que a partir de la articulación de más de 20 organizaciones se está aportando a realizar el ejercicio del periodismo y la defensa de derechos en un contexto tan adverso.

Para Hurtado, uno de los ejes fundamentales de trabajo para el sector son las estrategias de auto-protección o estrategias colectivas y territoriales de protección, que sumadas a las medidas estatales, pueden devenir en una política integral de protección del derecho a defender derechos y a ejercer el periodismo.

Un aspecto de esta realidad tan cruda en la región es la estigmatización del rol de defensores, que Mario atribuye a un proceso de des-historización de esta labor y sus conquistas.

“Si la sociedad validara y reconociera la labor de los defensores de derechos, y asumieran un rol más activo, tendríamos unas sociedades más distintas a las actuales. Donde primaría la defensa de la vida sobre las empresas, sobre los proyectos económicos y hablaríamos no de un desarrollo económico, sino de desarrollo social y humano, que es finalmente lo que todos estamos buscando: tener mejores condiciones de vida, tener mejores empleos, mejores oportunidades de educación”, dijo.