El saliente gobierno de Horacio Cartes, signado por una impronta empresarial que priorizó intereses de grupos económicos, deja a la administración entrante problemas de imperativa resolución. El giro ultraconservador experimentado en la región puede agudizar el conflicto en una zona fronteriza, en donde los poderes fácticos ligados al agronegocio imponen un patrón de muerte y amedrentamiento como respuesta a las reivindicaciones territoriales.
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