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Marciana Santander (52) es Secretaria General del Sindicato de Trabajadoras del Servicio Doméstico del Paraguay (SINTRADESPY). Nació en una familia campesina en Ybytymí, Departamento de Paraguarí. Allí creció ayudando a su papá en las labores de la chacra.

Con 16 años, viajó a Ciudad del Este para vivir en situación de criadazgo. Durante dos años trabajó solo a cambio de techo y comida, y fue muy maltratada. A los 18 años se mudó a Asunción para trabajar como doméstica. Hoy es madre de seis hijos, vive en el Barrio Ricardo Brugada, Chacarita, y trabaja diariamente para brindar mejores condiciones de vida a su familia. 

Además de trabajar como doméstica, Marciana también llegó a ser recicladora y a lavar ropa a domicilio “para sumar un poquito más” en la manutención de su familia.

En 2008, a partir de una investigación del Centro de Documentación y Estudios (CDE) surgió la posibilidad de organizar a las trabajadoras domésticas. Marciana formó parte de ese proceso. Así, en 2012, se creó la Asociación de Empleadas del Servicio Doméstico del Paraguay (ADESP) con ocho mujeres. En 2018 se convirtió en el sindicato y actualmente cuenta con más de 700 mujeres trabajadoras afiliadas.

“Yo pensé: si es que tenemos una organización, vamos a poder defendernos mejor y vamos a poder ayudar a muchas mujeres para que no pasen más lo que nosotras pasamos”, recuerda Marciana al conversar sobre el motivo de organizarse como trabajadoras domésticas con sus compañeras.

Marciana, como dirigente de la organización, encabezó las movilizaciones por la aprobación de las leyes de salario mínimo para las trabajadoras domésticas. En 2015 lograron la aprobación de la Ley 5407 Del Trabajo Doméstico. Pero esta ley solo otorgaba el 70% del Salario Mínimo a las trabajadoras domésticas.

En 2018, una vez más los sindicatos de trabajadoras domésticas salieron a las calles hasta lograr la modificación de la ley N° 5407/15 en 2019, conquistando así el 100% del salario mínimo.

Hoy en día “muchísimas compañeras están ganando mejor y también ellas mismas ya se pueden defender ante pagos injustos y condiciones laborales precarizadas”, explica Marciana.

Durante todos estos años de movilización, Marciana recuerda que las voceras del gremio -incluyéndose- tuvieron que luchar contra la discrimación en los medios de comunicación. Hoy no permiten que sean llamadas “chicas”, sino que exigen ser nombradas como trabajadoras.

En la pandemia del Covid-19, acompañó a las compañeras que fueron despedidas gestionando las respectivas liquidaciones para cada trabajadora. Así también, como sindicato, velaron para que varias mujeres consigan y mantengan sus trabajos. 

En la crisis económica derivada de la pandemia, el sindicato organizó colectas y kits de alimentos para que las mujeres afiliadas en el sindicato no pasen necesidades en tiempos difíciles, ya que varias fueron despedidas.

Para Marciana, “la situación de seguridad social tiene que mejorar”, porque varias mujeres trabajadoras aún no pueden acceder a una jubilación y a un seguro social.

Hoy, con 52 años, está en su segundo año de la Licenciatura en Trabajo Social en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Asunción. Hace algunos años pudo culminar sus estudios primarios y secundarios que no tuvo la oportunidad de cursar de niña por la falta de recursos de su familia. Para Marciana, la lucha de las mujeres trabajadoras debe ser unificada entre todos los sectores para que todas vivan en mejores condiciones.

Por todo su trabajo, fue postulada y reconocida durante la tercera edición de los Premios Dignidad a la Defensa de los Derechos Humanos en Paraguay, una actividad impulsada por la Codehupy, con apoyo de Diakonia y la Unión Europea en Paraguay.